“Soy de Boca desde que nací, prácticamente”, dice José, que sostiene en sus brazos a Alma, de un año y medio.
José llegó hasta el hotel Sheraton, motivado por la pasión indescriptible hacia Boca. “Es un sentimiento... una pasión inexplicable. Uno siente tristeza cuando pierde pero no deja de seguir al equipo. No se entiende, no hay lógica”, describe. Y agrega: “Son sentimientos que uno no sabe explicarlos”.
Como todos los hinchas que se congregaron para recibir al plantel “boquense”, José fue con la esperanza de poder sacarse una foto con los jugadores. “Sólo pudimos verlos en el colectivo. También pudimos ver a los chicos de la Reserva”, relata mientras lamenta no haber podido estar más cerca o tomarse una foto.
En casa de José no todos son de Boca. Pero con su hija Alma no hubo problemas para optar por los colores de un equipo. “Siempre que veo los partidos, ella se pone a la par de mí”, explica.